La relación entre los impresionistas y la figura humana cambió el en el curso de los años para alguno de ellos. Por ejemplo, Sisley y Pissarro le prestaron poquisimo interés y prefirieron centrar su atención en los paisajes y las vistas urbanas. Otros, como Manet, encontraron en ella su principal fuente de inspiración y dedicaron a este tema casi todas sus obras.  Al pricipio de su carrera, cuando no tenian dinero para pagarse modelos profesionales, retrataron a parientes y amigos, que aceptaron posar gratuitamente para ellos. Así, por ejemplo, Bazille retrató a Renoir; Manet se sirvió de Berthe Morisot como modelo y la misma pintora hizo posar a su madre y hermana.

A menudo realizaron autorretratos, a veces para intercambiárselos y como señal de amistad, a veces para efectuar una especie de introspección psicoanilítica. La elevada calidad técnica de estas obras y la abilidad con que supieron reflejar la psicología de los personajes convencieron a algunos coleccionistas de las bondades de su arte y los impulsaron a encargarles sus propios retratos, punto de partida de una relación a menudo duradera y provechosa. Entre los numerosos ejemplos se pude citar a Victor Chocquet, un funcionario de aduanas, que en 1875 solicitó a Renoir dos retratos, uno suyo y otro de su esposa; poco tiempo después hizo otro tanto con Cézanne. Satifecho de estos trabajos, en los años siguientes siguió comprando cuadros a los impresionistas, hasta el extremo de que a su muerte su colección contaba con más de sesenta obras.

Otro ejemplo es el de Georges Charpentier: el retrato que Renoir realizó a su esposa y a sus dos hijos fue el primero de las numerosas telas impresionistas de su colección. No solo esto: cuando el pintor presentó la obra en el salon, el rico e influyente editor consiguió que el jurado la aceptara, que se expusiera en una ubicación relevante y recibiera la atención de la crítica. Desde aquel momento el matrimonio Charpentier protegió a Renoir y a otros artistas impresionistas, organizó algunas exposiciones en su galería, facilitó las relaciones con la prensa y los presentaron a otros ricos coleccionistas, que a su vez compraron obras.