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Joan martí, escribe sobre Joan Martí y el oficio de la pintura

Es muy difícil para mí hablar sobre mi obra. Para alguien que como yo, ama apasionadamente su oficio, es muy complicado no mezclar en mis opiniones mis deseos con los logros alcazados. Creo que es mejor que sean los demás los que opinen sobre mis pinturas y escriban sobre ellas. Para mí es mucho mejor pintar, lo cual ya es un trabajo suficiente.

Creo que es mejor empezar por mi época estudiantil, y mi entrada oficial u oficiosa en el extenso campo de la pintura.

Debo confesar que no fui un buen estudiante. En lo referente a las matemáticas, me costaban enormemente. Tal vez los profesores no supieron enseñarme con la suficiente intensidad como para llegar a penetrar en el secreto de los logaritmos y las ecuaciones de álgebra. Otros amigos de mi edad, confiesan que llegaron a entenderlo gracias a las explicaciones de sus profesores. Yo debo confesar que no fui capaz de ello.

No lo sabré nunca, porque sigo siendo un cabezota. Lo que si es verdad que mi predilección era por las letras y el dibujo. Escogí el dibujo, por que una persona de mi familia conocía a un viejo maestro pintor.

Ingresé en su taller y escuela de dibujo, en la que preparaba también alumnos para el ingreso en la Escuela Superior de Arquitectura. Me interesé enormemente y permanecía en el taller durante todo el día, y tal vez por ello aprendí rápido. Como el taller estaba muy frecuentado por los futuros arquitectos, me pedían que retocara los dibujos de figuras de yeso y ornamentación que debían realizar para los exámenes. Para ello me introducían de escondidas en la clase donde se realizaban dichos exámenes, y entre todos formaban un círculo que me tapaba de miradas curiosas.

Nunca fui descubierto, y como naturalmente cobraba a los alumnos por mis correcciones, en la épocas de exámenes mi economía era de lo más boyante.

Bueno, esto no es más que una anécdota, pero lo cierto que, ello ayudó en la depauperada situación de mi patria tras la guerra civil española, la segunda guerra mundial y la dificil posguerra que la siguió, a que tomara el dibujo y la pintura en algo más que una vocación.

Al poco tiempo , tuve la enorme suerte de ser alumno de un profesor al que siempre estaré agradecido de sus enseñanzas.

Se llamaba Pedro Nolasco Valls. Llegó a vivir casi hasta los cien años, y fue un modelo de rectitud, amabilidad y paciencia. El Sr. Nolasco a su vez había sido alumno de un condiscípulo de Mariano Fortuny i Marçal. el genial pintor de Reus (Tarragona-España) que en su momento (mediados del siglo XIX) llegó a considerarse el mejor del mundo. Su obra se expandió en Estados Unidos , gracias al marchante Goupil y se puede contar entre sus seguidores a Tomas Eackins, Sargent, ect. La vida de Fortuny fue breve pero intensísima. Murió a los 37 años en Roma, año 1874.

Desde mi modesto punto de vista, y después de haber vuelto a contemplar una parte importante de su Obra en la Exposición Antológica celebrada en el Museo de Art Modern de Barcelona, me atrevería a decir, que todavía hoy día Fortuny puede ser considerado uno entre los grandes pintores que (afortunadamente) podemos disfrutar en este mundo.

Siguiendo con mis vivencias, Un día mi maestro Valls, que con infinita paciencia, fue descubriendo ante mis ojos, y haciéndome amar éste misterioso y raro oficio, me dió a entender que no debía seguir pegado a sus pantalones y me sugerió que hiciera el examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi. Esto ocurría a finales de 1954.

Me inscribí al examen. Éramos alrededor de 150 candidatos, y debíamos realizar como prueba un dibujo al carboncillo de una estatua de yeso de gran tamaño. A mí me correspondió dibujar el San Jorge de Donatello. No quisiera parecer presentuoso, pero gracias a lo que había aprendido. con el Sr. Valls, gané el primer premio. Uno de los profesores D. Rigoberto Soler Pérez, un pintor valenciano encantador, pequeño, pulcro y refinado como pocos, al verme acabar el dibujo, tres días antes del límite, me preguntó que donde había aprendido a dibujar. Le comenté que había sido alumno del Maestro Valls y me comentó que yo había jugado con ventaja, ya que él también era admirador de mi profesor, y profesaba por el un gran respeto.

En mi faceta de alumno de Bellas Artes debo confesar que fue un periodo un tanto convulso de mi vida. Supongo que es muy complicado enseñar una materia tan delicada como la pintura.

Cierto, está la base imprescindible del dibujo, la composición, la técnica, los materiales. la “cocina” como suele llamarse. Tuve excelentes profesores de los que aprendí lo que hay que hacer, y malos profesores de los que aprendí… a olvidarme de lo que me habían enseñado.

Tuve compañeros buenos y malos. Algunos todavía son amigos y colegas en la profesión.

Al finalizar la carrera gané una beca para visitar Italia. Recalamos en Pisa, Florencia, Siena, Roma y Nápoles. Observamos y procuramos retener enseñanzas de los grandes maestros del pasado, y de algunos menos conocidos.

¡Qué maravillosos claustros donde Fra Angelico dejó imortalizadas varias de sus obras! Quedé sorprendido por la viveza de los rojos magentas y azules de su obra.

Sí es cierto, mis gustos pictóricos se dirigen hacia la pintura figurativa. Será por mi formación en el “oficio” tal como he explicado. Creo en la pintura de siempre, la cual no está ni mucho menos agotada. Siempre puede mostrarnos una cara diferente en cada momento de la historia. Y es  así también en el momento presente. Tenemos mochos y grandes ejemplos de ello, entre los pintores de hoy día.

He visto mucha pintura a lo largo de los años. Todavía descubro obras de pintores semidesconocidos, o completamente desconocidos que no dejan de aasombrarme. Probablemente alguno de ellos será reconocido como un genio en el futuro. De momento permanecen en “reserva”. ¿Por cuantos años?.

Mi admirado VERMEER de Delft, estuvo cerca de 400 años en la oscuridad, hasta que unos críticos franceses lo re-descubrieron para el mundo.

En mi modesta opinión de lo que uno puede fiarse es del oficio. El oficio no engaña y es reconocido a la corta o a la larga.

En el Arte como en tantas cosas de la vida, hay ciertos favoritismos promovidos por intereses Museísticos, Políticos, Mercantiles, Movimientos Filosóficos, ect. Por consiguiente en el Arte todo es relativo.

Si escogemos la obra “tal” del pintor “tal” y lo dejamos en manos de las sutilezas que pueda argumentar cualquier avezado marchante o director de galería, podemos pensar que “tal” – es un genio, y a lo mejor es todo lo contrario como el tiempo a la larga demuestra.

He visto en el transcurso de mi vida, opiniones de todo tipo, entre los que abundaban los abstactos, se les hacía ésta última pregunta: ¿En caso de una debacle o un pavoroso incendio, qué cuadro salvaría Ud? La mayoría respondieron, uno “la Gioconda”, otro “las Meninas “, el siguiente “la Ronda de Noche.

¿No les parece curioso?

A la larga “el oficio” se impone.

No quiero que se me malinterprete. Siento predilección por la pintura figurativa en todas sus vivencias y en todas sus técnicas, óleo, pastel acuarela,frafito, etc.etc., pero admito la obra abstracta y las nuevas tendencias, hechas honrradamente y con oficio, aunque sea más dificil descifrar su autenticidad.

Uno debe ser fiel a sí mismo, hacer lo que realmente siente y no dejarse conquistar por cantos de sirena que suelen lanzarse al pintor, como lo que ofrece a menudo el mercado y la moda efímera del momento.



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